Siempre he sostenido que la fe, como instrumento para alcanzar el conocimiento divino (1), y la razón van por vías separadas y no logran entenderse por hablar lenguas distintas. El lenguaje común en casi todos los seres humanos es la racionalidad. Está claro que la forma en que le damos uso no es la misma en cada ser humano, pero mantenemos unos códigos mínimos de racionalidad que nos permite mantener un diálogo sobre cualquier tema, incluido los temas trascendentales, como la religión, dios, el sentido de la vida, la muerte, etc.
La fe en cambio es un instrumento muy personal, íntimo y subjetivo, con códigos distintos para cada persona y grupo humano, que no permite el diálogo crítico, sino antes bien se basa en principios y creencias poco flexibles, monolíticas, que no pretenden justificarse, sino que justifican la realidad. Son fuente originaria de conocimiento, axiomas, y por lo tanto no admiten duda al respecto sobre su veracidad.
Sin embargo recientemente leí un artículo del actual Sumo Pontífice, Benedicto XVI, (cuando lo escribió “sólo” era Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la fe). En él, Ratzinger plantea la hipótesis – no sé si es suya- de que el cristianismo logra aceptación universal sobre las religiones paganas gracias a su racionalidad, es decir “en el cristianismo, el racionalismo se ha hecho religión y no es ya su adversario”. En el cristianismo fe y razón confluyen y van de la mano hacia la verdad.
Más adelante señala también:
“El triunfo del cristianismo sobre las religiones paganas fue posible no sólo por la reivindicación de su racionalidad. Un segundo motivo tuvo igual importancia. Consiste, en líneas generales en el rigor moral del cristianismo, que Pablo ya había relacionado con la racionalidad de la fe cristiana: lo que la ley supone realmente, las exigencias que el Dios único plantea a la vida del hombre y que la fe cristiana saca a la luz, coincide con lo que el hombre, todo hombre, lleva escrito en el corazón, de forma que lo considera bueno cuando aparece en él. Coincide con lo que “es bueno por naturaleza””.
El cristianismo en sus inicios, y sobre todo con su ideólogo, Pablo de Tarso, parece virar su metodología de persuasión a través de la razón. Así, por ejemplo, como lo señala Pablo, de nada sirve ser circuncidado, si no se siguen las leyes de Dios. El mito y lo fantástico dejan paso a la razón. Si antes se mandaba algo por inspiración divina, ahora bastaba usar la razón para comprender el mensaje de Dios. No se necesita consultar la Ley Mosaica para conocer el correcto actuar. No hay que revisar el Levítico o el Deuteronomio para entender cuál es el verdadero Principio que Dios/Jesucristo nos ha dejado. Amar a tu prójimo como a ti mismo. De esa máxima podemos derivar el resto. Así pues, podríamos entender, entre otros pasajes, aquel cuando unos fariseos quisieron poner a prueba a Jesús inquiriendo sobre el cumplimiento de algunas normas de Moisés plasmadas en la Ley:
“19:3 Entonces vinieron a él los fariseos, tentándole y diciéndole: ¿Es lícito al hombre repudiar a su mujer por cualquier causa?
19:4 El, respondiendo, les dijo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio, varón y hembra los hizo,
19:5 y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne?
19:6 Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.
19:7 Le dijeron: ¿Por qué, pues, mandó Moisés dar carta de divorcio, y repudiarla?
19:8 Él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio no fue así.
19:9 Y yo os digo que cualquiera que repudia a su mujer, salvo por causa de fornicación, y se casa con otra, adultera; y el que se casa con la repudiada, adultera.” (Mateo 19:3-9)
¿Pero es el cristianismo solo razón? No, evidentemente. La razón ha impregnado al cristianismo y se ha convertido en un vehículo para adaptarla a los tiempos modernos, quizá por ello no parezca tan “primitiva” como otras religiones que se han quedado “atascadas” en contextos pasados. El cristianismo ha tenido que dejar mitos en su camino y lo seguirá haciendo. ¿Pero puede vivir sin fe? No, no puede, no hay religión sin fe, de lo contrario se convierte en ciencia. ¿Puede el cristianismo sobrevivir sólo con un sistema moral basado en la razón? No, el cristianismo trae consigo un set de ideas y creencias basadas en la fe, de las que nunca podrá desprenderse.
Creo que el Cristianismo lucha con la razón para defender su fe, pero cuando se derrota su razón, la fe no ofrece batalla. La fe es fe y punto. La razón no puede osar debatir con la fe.
Al final, Ratzinger formaliza lo que los filósofos cristianos han hecho durante centurias, tratar de convencer con la razón los pilares de su fe. Pueden convencer, persuadir, pero siempre quedará en el plano de la fe.
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